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¿Más información es más conocimiento?

  
Hace ya algunos años, en algunas de las tardes que estábamos sin colegio, acudíamos a la Biblioteca Municipal a consultar libros, a leer literatura infantil y a consultar con diferentes intereses, eso sí, libros relacionados con la salud. Por entonces ya había algunas enciclopedias específicas en eso que llamaban Salud Familiar u otras más atrevidas que decían llamarse el médico en casa.

Esa era entonces la fuente del saber de la que disponíamos bastantes miles de ciudadanos para obtener información de la palabra, en forma de jerga, que nos había dicho el médico de nuestro pueblo, del que por supuesto nos fiábamos, como no podía ser de otra manera.

Segunda fuente de información

Pocos años acá nos sorprende una era tecnológica que ha revolucionado nuestras fuentes de información. De tal forma que, recientemente, en la prensa especializada en salud se comentaba que internet se ha convertido en la segunda fuente de información sobre cuestiones de salud, tras el médico. Y ello en una sociedad donde, afortunadamente, se ha producido un cambio en el nivel cultural que nos ha permitido estar en disposición de tener autonomía de decisión ante un determinado tratamiento o plan de actuación de cara a mejorar nuestro estado de salud o combatir una determinada enfermedad.

Siempre que la relación profesional-paciente y entorno se siga realizando en un ambiente de confianza, la autonomía de decisión frente al modelo paternalista es más que saludable. Teniendo en cuenta que a veces los pacientes se sienten más seguros dentro del modelo paternalista.

No obstante, desde mi profesión he asistido a cómo la información en exceso, y sin la calidad asegurada, provoca algunas situaciones de tremenda ansiedad o de desesperación en los pacientes o en sus entornos más cercanos. Ya, ante la opinión de un profesional sanitario, lo siguiente es introducirse en la red de redes y consultar con el «Dr. Google», o el «Dr. Alltheweb» o cualquier otro buscador y poner nuestro problema de salud, pulsar el botón de buscar y acceder a millones de datos, imágenes, páginas serias de información y páginas de charlatanes venidos a más, páginas de «vendedores de salud» y páginas donde una asociación de afectados te informa seriamente. Todo mezclado, todo a la vez, una ingente cantidad de información a nuestra disposición, probablemente en generaciones de ciudadanos a los que no han enseñado a gestionar esa información para, a partir de ella, obtener el conocimiento.

Frente a ello, hay una generación impregnada en las nuevas tecnologías a la que, en lugar de enseñar a buscar información, deben enseñar a cribar la información. Pero en el tema de la salud y de la sanidad aún más. Prueben ustedes mismos, entren en cualquiera de los buscadores generales de internet y pongan salud, denle a buscar y en una cuestión de tiempo infinitesimal accederán a todo un mundo de información, pulsen cualquiera de ellas e intenten clasificarla. Serán capaces de autodiagnosticarse cualquier problema de salud, toda vez que tenemos que ser conscientes de que nuestro cuerpo puede experimentar al día hasta 100 sensaciones que se pueden interpretar como síntomas sin tener ningún problema de salud. Si son un poco aprensivos, ustedes verán.

La brecha tecnológica

Hace falta indudablemente seguir invirtiendo fondos en acabar con la brecha tecnológica, adaptar la formación a las nuevas tecnologías, basada en esa cantidad de información. Llega una nueva era, ya estamos en ella, donde la formación en todos sus niveles debe intentar tener como objetivo hacernos desaprender cosas del pasado y aprender cosas nuevas, basadas en ese acceso a una cantidad muy alta de información.

Pero en Sanidad, en Salud, es necesario trabajar en sellos de acreditación de la calidad que identifiquen ante los pacientes y sus familiares las páginas que son fiables. Identificar una imagen con ese sello con una página fiable. Extremadura es una de las Comunidades Autónomas donde más ha evolucionado la denominada Sociedad de la Información. Debemos sentirnos orgullosos de ello, pero también responsables de asegurar estos elementos de calidad. La participación comunitaria en el sector sanitario, casi sin desarrollarse por completo, se está enfrentando a una nueva forma de entenderla y es proporcionando un «sello o garantía» de calidad para que los ciudadanos podamos navegar y no naufragar en las páginas de salud. Es la democratización de la información, es el progreso de nuestra sociedad, de nuestra comunidad, de nosotros mismos.

Es necesario que las administraciones, los colegios profesionales, las organizaciones profesionales y científicas, las asociaciones de pacientes, las asociaciones de afectados, de familiares trabajen conjuntamente en la elaboración de un sello de calidad de páginas web para los ciudadanos sobre temas de salud de las que fiarse. Para que no se generen miedos, ansiedades, incertidumbres, dudas o falsas expectativas. Para que la información se convierta en conocimiento y que ese conocimiento sirva para tomar decisiones autónomas y maduras en el equipo de salud, basado en la confianza, que se establece en la maravillosa y única relación «codo con codo por la salud» entre profesionales y pacientes, entre profesionales y familias, entre profesionales y la comunidad.

Confianza, respeto y un adecuado conocimiento son ingredientes fundamentales para que se permita tener una relación adecuada que permita desterrar las antiguas escenas de autoridad mal entendida por parte de profesionales y de las agresiones a las que se están viendo sometidos ahora en innumerables ocasiones los mismos.

Tocan tiempos nuevos donde las tecnologías están influyendo en una relación muy antigua, ahora está por ver que entre todos seamos capaces de adaptarnos a esta nueva realidad de la información, hagamos de las tecnologías el uso adecuado que deben tener y es hacia la generación del conocimiento; eliminar, en definitiva, una fuente que de no controlarse en cierta medida amenaza con convertirse en una distorsión importante en una relación donde debe primar la confianza.

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