Excusatio non petita
Confieso sinceramente que tengo algún lector que no merezco. Uno de ellos, fiel a lo largo del tiempo, me comenta su impresión sobre mi último artículo dedicado a la memoria de Paulino Garagorri. Estando de acuerdo en lo fundamental conmigo, me insinúa que pude haber apurado algo más el tema, ya que no toqué ni de pasada el aspecto de la situación en el régimen anterior de alguno de los discípulos más destacados de Ortega. Es cierto, y habría mucho que hablar sobre la especie de exilio interior que sufrió Garagorri, por un simple comentario irónico en una conferencia sobre las bondades del franquismo. Tampoco podría olvidarse la situación que vivió Julián Marías durante muchos años, condenado a un ostracismo universitario, que le llevó a vivir de lo que pudo, con un alejamiento forzado de lo que era su destino y su vocación.
O sea, que me dejé muchas cosas en el tintero, pero eso es natural, incluso por razones de espacio en el periódico. Pero hay algo más: se trata, en síntesis, de que mis artículos no intentan agotar ningún tema, no tengo vocación ni cualidades de ensayista, mucho menos de pedagogo al uso y, en ningún caso, de cultivar el aspecto político de ningún tema, porque lo considero de menor cuantía y además, en mi opinión, abrumadoramente cultivado por los medios de comunicación. Mis artículos (por llamarlos de alguna manera) intentan ser ligeros, fáciles de digerir y sin ninguna intención de trascendencia. Claro que me dejo cosas en el tintero, casi siempre a propósito. De todas maneras, me conformo con este papel libremente asumido y procuraré seguir en la misma línea de apuntar cosas y promover incitaciones al diálogo fecundo. Quede para otros más dotados el agotar un tema en cada escrito, que yo seguiré moviéndome en la superficie de las cosas, en la periferia de los asuntos. En esta línea, confieso que yo no intento convencer sino seducir.
1 comentario
yo -