Disfrazado de vedette
Más ahorro
Se viene anunciando a bombo y platillo en toda la prensa, que los diputados del Congreso, senadores, diputados autonómicos, provinciales, alcaldes y concejales, así como un indeterminado número de cargos públicos, van a darnos pruebas y ejemplos del sacrificio que para todos ellos supone congelarse los sueldos que vienen percibiendo de papá Estado.
Pues bien, los ciudadanos agradecemos el gesto, aunque consideramos que es el chocolate del loro, y en consecuencia apelando a la buena voluntad de todos ellos, sugerimos presenten en el Congreso las medidas que den satisfacción a sus deseos, para mejorar la situación económica de España ante la crisis actual.
A petición de los diputados de todos los partidos políticos se propondría para su aprobación, si procede, que a todas las personas que tengan cualquier tipo de representación parlamentaria o perciban ingresos del Estado español, desde el presidente del Gobierno, hasta el último concejal, que se les rebajen sus ingresos un 25%. Esta medida afectaría también a los altos cargos, y el ahorro obtenido se destinaría, exclusivamente, a mitigar los efectos perniciosos de la crisis actual.
Asimismo, y aprovechando esta grave situación, intentar cortar el despilfarro que supone la utilización y uso de los gastos de representación y otros por desplazamientos y dietas para sufragar los ocasionados por gestiones o trabajos oficiales, se abonará siempre mediante la necesria presentación de las correspondientes facturas, hoy en desuso.
El ahorro que estas medidas supondrían, en caso de aprobarse, serían de tal orden que permitirían atender los problemas producidos por la crisis y a los afectados por la Ley de Dependencia.
La solución sería fácil si se cuenta con la misma conformidad que cuando sus señorías aprueban, por unanimidad, la elevación de sus sueldos. El esfuerzo sería mínimo y bastaría pulsar el mismo botón, y nadie se lesionaría. Confiamos en la buena voluntad de todos.
J.L. Regueiro . Lugo
Vértigo que nos acosa
Por mi crónico problema de vértigo, siempre he tratado de no caminar por las alturas ni acercarme mucho a los magnéticos precipicios. Huyo de los rascacielos y las montañas abruptas como escapan los murciélagos de la luz del sol. Sin embargo, estos días que nos acosan desde ese profundo barranco de ideas, por el que ruedan los mágicos experimentos que nada hacen para solucionar nuestras dificultades, se parecen mucho al vértigo que sentimos los que no soportamos asomarnos al balcón de los suicidas; ese vértigo que devora la salud indiscriminadamente; que nos vuelve pesimistas enfermizos y no vemos más que oscuridad en el horizonte de nuestros ojos vacilantes Llegamos a un punto de encuentro en el que sólo reina el desencuentro, y la música que se escucha en el auditorio de las barbaridades es una nota discordante; un concierto en el que cada instrumento toca su propio tema y el director cambia de batuta, de traje y de peinado, pero la armonía está tan ausente como él.
El corazón de la economía se ha convertido en una bomba casi inservible, debilitada y achacosa,que amenaza con llegar al infarto, sin contestar preguntas ni aclarar dudas ante la epidémica incertidumbre, Del equilibrio que antaño encontrábamos al otro lado de la ventana de cada amanecer, ya nada queda, abandonó su lugar en el escenario del día, e hizo mutis para perderse entre el telón de las angustias y los fantasmas de la utilería colectiva. Cuando llega la noche, un sueño recurrente agobia nuestro descanso: llueve torrencialmente, el agua sobrepasa nuestro cuello, nos falta el aliento y el inmenso caudal intenta tragrase todo para llevárselo al mar de los lamentos vanos. Hay quienes se devanan los sesos e invierten millones de euros en buscar el origen de la vida y ponen en funcionamiento un gigantesco acelerador que les conteste muchas preguntas sobre cierta explosión. Hay otros que andan recorriendo despachos con estériles leyes bajo el brazo, para legalizar un cierto tipo de suicidio cuando se considere necesario. Nosotros sólo queremos saber cómo vamos a sobrevivir y salir airosos de cada nueva etapa en esta carrera de obstáculos en la que estamos inmersos y que el vértigo no sea un molesto compañero de viaje, a sabiendas de los múltiples acantilados que nos acechan y tantos insondables abismos que esperan el mínimo tropiezo, un simple resbalón.
Julio M. Prado. Ourense
De esta guisa firmé el primer artículo como J. L. Regueiro, Lugo el día de 2003 que decidí dedicarme profesionalmente a escribir en periódicos, justo una semana antes de que un estúpido me enviara a un Hospital, obediente a su pretenciosa estupidez. Jamás recibí dinero por él del diario. Y deprimido después de una enfermedad que me imputaron sin anamnesis que aún me ata al Juzgado de Instrucción n 2 de Santiago bajo lectura de estúpidas hembras, firmé el segundo artículo como Julio M. Prado. Ourense para hoy, a sabiendas de la rastrera actitud de dicho diario, sin cobrar el segundo artículo, poder desquitarme de la idiotez ínsita en ambos ejemplares y camarilla de los géneros humanos. De igual modo, el título con que envié ambos artículos juntos, ODIO, no tuvieron valor ni fortaleza imprescindibles. Ahí están, ahora gratis y bajo mi rúbrica original. No son gran cosa, el odio no es gran cosa.
1 comentario
Julio M. Prado -
Valga esta aclaratoria sin ánimo de crear polémica ni regañar a nadie, pero es necesario que hagamos de internet el buen uso que su magia nos facilita.
Un saludo.